No han pasado apenas 9
meses desde la última vez que fui al Bernabeu a ver el Granada cF. La última
vez hacía frío, esta vez recién salimos del verano. Y aunque el equipo del
Granada ha cambiado mucho, el resultado ha sido el mismo. El típico cuando se
juega en casa de uno de los 2 equipos que hacen esta liga tan dispar.
Como cada año, me
he propuesto viajar al menos a dos salidas del Granada. Si el año pasado fueron
el Pizjuan y Bernabeu, este año tenía pensado salir a la Rosaleda y Camp Nou. Pues
cuando el sábado contraté el vuelo para Barcelona con mi hermano, no se les
ocurre nada mejor a mis amigos que decirme que ¿dónde se compran las entradas
del Bernabeu?
Pues nada, que
están de vacaciones y se iban a ir al
Bernabeu a ver el partido. Y uno que es chico fácil de apuntarse a estas cosas,
pues a menos de 24 horas para el partido, compramos las entradas y buscar las
banderas.
Domingo por la
mañana, son las 09:30 y en la puerta de casa nos recogen. 1 coche, 5 personas
de las cuales, 1 sevillano, 1 gaditano, 1 granadino, 1 chica que fuera de los
partidos de la selección poco fútbol ha visto y yo.
El domingo
empieza bien, un buen disco de los cánticos de la afición granadina, para que
los nuevos en estas lides vayan cogiendo
el tono y conozcan los “lo lo los” y los himnos del Granada CF.
Cómo todos los
viajes de ida, están llenos de vida, de entusiasmo y esperanzas por hacer algo.
Los dos momentos del viaje de ida. Enseñar a Laura que con el “lo lo lo” ya se
sabe la mitad del repertorio de lo que va a escuchar. Chica lista en menos de 5
minutos ya se sabía todos los ritmos del “lo lo lo”, no como nuestro gaditano
que en el viaje a Alcorcón necesito cerca de 1 hora. Y ver la banda sonora del
viaje, versionando el “¿Quién quiere leche? De Gustavo Lima.
La ida se hizo
amena. Cuando llegamos a Madrid decidimos comer en algún sitio típico de la
capital, nos recomendaron “Alfredo o Casa Alfredo”, aun no lo tengo claro, y
tras más de 1 hora andando sin rumbo fijo y estar cerca de 20 minutos haciéndonos
fotos con los guiris que nos veían
pasar con las bufandas rojiblancas
bajo las torres Kio. Decidimos ir sobre seguro, en 50 metros teníamos un Mcdonalds.
En la puerta se leía “Vuelve la CBO que trajo la revolución
del queso a nuestros restaurantes”
¿Vuelve?, pero si esa CBO no la he visto en mi vida. Está
claro que en algunas cosas Madrid sigue estando un par de pasos por delante.
Tras la comida, vuelta a los alrededores del estadio, donde
pude adquirir nuevas bufandas de equipos con los que ha jugado el Granada a mi
colección, Cádiz, Alcorcón, Valladolid, Celta, Udinese, Sevilla, Real Madrid,
F.C. Barcelona, Athletic Club y Real Sociedad entre otras.
Aquí terminó nuestra suerte, íbamos a la esquina por donde
entraba el autobús del Granada, y la policía nacional nos paraba. No se puede pasar. No conseguimos nada más
de ellos, y tuvimos que ver la entrada del autobús desde 50 metros.
Se acerca la hora del partido y entramos al campo. Cómo el
año pasado parece estar casi vacío salvo la esquina granadina. Y cuando apenas
faltan cinco minutos empezó a entrar la gente. Los asientos deben doler a los madridistas,
pues si entran apenas cinco minutos antes, con cerca de un cuarto de hora,
empezaban a marcharse lo primeros.
Compramos las entradas en el mismo lugar aproximado del año
pasado, pero este año han venido muchos menos seguidores. A mi derecha mis
compis de viaje, a la derecha una familia del Madrid (maldita la hora que dejan
entrar con trompetitas a los campos, aún me pita el oído izquierdo). Detrás una
familia Venezolana, imagino que serían nuestros siguiendo al bueno de Machis y
delante unos suecos, que acababan de gastarse 80€ en la equipación del triste y
taciturno Ronaldo.
Comienza el partido, un gol, dos goles, tres goles y final
del partido. Detrás de una portería y tercer anfiteatro. Como añoré mi sitio
centradito del nivel bajo de preferencia en los Carmenes. Que bien se ve el fútbol
en los Carmenes rodeado de la gente de siempre.
Era tarde y
quedaba un largo viaje de vuelta. Y cuando nos alejábamos del murmullo del
estadio en busca del coche, oímos como alguien balbucea, “esta es tu grada!” nos giramos y es Laura. Le cuesta, y entre la fatiga
y la vergüenza consigue terminar de cantarla sola. Apenas cinco horas antes,
nos decía que nada de ponernos camisetas ni bufandas del Granada, no vayamos a
que algún radikal nos fuera a meter
en un lió. Y ahora la teníamos ahí, con una camiseta Patrik de cuando Gorka
Pintado y Ocaña jugaban en el Granada, por Madrid y cantando uno de los cánticos
más sonados en los Carmenes. Esto huele a nueva aficionada pronto por los Carmenes.
El viaje de
vuelta fue largo y soporífero. Lo que duró la batería del movil, para ver las
reacciones por Twitter del partido y comentar las mías propias. La carretera
larga y bien iluminada de Castilla. No te encuentras ni 2 kilómetros, donde no
ves una “bar de carretera” con buenas luces de neón.
Cerca de las
cinco de la mañana, por suerte ese lunes yo no tenía que madrugar, no podré
decir lo mismo el día de Barcelona. Ahora a descansar y en tres semanas escasas
me espera la ciudad Condal. Esperemos que el vuelo haga más llevadero el viaje.
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